No traigo un Yo de repuesto ni Recetas Salvavidas /Solo un Crónico lanzarme al Vacío

martes, 31 de mayo de 2016

Me obligo a

Pintarme las uñas.
Por ejemplo.
Refutarme e ignorar en silencio el trillón de excusas que me invento, de seis a ocho y media de la mañana, cada lunes de cada semana, para no ir a yoga, para lograr ir.
Chatear huevadas con alguna amiga, no demasiado tiempo; porque siempre al final es inevitable caer en la pregunta, como va lo de Clara, y yo lo último que tengo ganas de explicar otra vez más son las burocracias por las cuales las cosas no avanzan. Pero unos minutos, digamos tres mates de huevadas, si. Y quizás cuatro, también.
Lavarme el pelo y secarmelo. Resistir fuerte la tentación de tijeretearmelo un poco más.
Vestirme un poco mejor aunque no vaya a ver a nadie, aunque solo sea quedarme en casa tejiendo y cocinando budines y colgando ropa. Porque cuando paso frente a un espejo y veo a La Chona me siento demasiado peor.
Inventarme un momento lindo, lo más digno posible de ser apreciado y subirlo a Instagram. Mi ejercicio diario.
De vez en cuando limpiarme la cara con aceite de coco y bicarbonato y que me quede lisita lisita.
Dejar un comentario en algún blog, Instagram, Fb, lo que sea.
Las uñas.
Para tener que llegar a ésto, el bajón tiene que ser demasiado hondo. Pintarme las uñas es algo que odio, porque no tengo pulso ni paciencia y porque nunca dejo de lavar platos y la pintada me dura media tarde, y porque en el fondo no le encuentro el sentido. Pero a la vez, no sé por que, verme las uñas pintadas me levanta automáticamente casi cualquier animo. Entonces me compré unos guantes de goma, amarillos, talle extra chico, así el animo me dura unos días más. Hasta que ya no aguante los guantes, digamos.
En fin; nada es perfecto, todo es complicado, los problemas no se solucionan si no que van siendo reemplazados por otros problemas.
Pero acá voy a seguir; de pie. Y con las uñas pintadas.


Pin It

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails