No traigo un Yo de repuesto ni Recetas Salvavidas /Solo un Crónico lanzarme al Vacío

lunes, 28 de abril de 2014

Hiya Wall...!

Yo tenía una suegra, que era la mamá de mi novio de entonces, a la que yo adoraba. Mucho.
De hecho, con el pasar de los años, puede que haya llegado a la conclusión de que estaba más enamorada de toda su familia que del novio en cuestión. Puede.
Pero no vamos a ahondar en esos detalles ahora, porque realmente no vienen para nada al caso.
La cosa es que un día yo vi la película Shirley Valentine y me pareció la más genial de todas las películas. No puedo decir exactamente que cosa me pareció tan genial. Si el hecho de que esta mujer harta de su vida hablara con la pared, o que se rebelara cambiándole el menú al marido, o que finalmente mandara todo a la mierda y... Bue, yo sé que es vieja la peli pero tampoco da spoilear al cuete. Veanlá y después charlamos. La verdad es que no queda claro porque me gustó tanto.
Yo no tenía veinte todavía y mi perspectiva de la vida era otra. Otra con mayúsculas muy muy grandes.
La cosa es que se me ocurrió comentárselo a la mamá de mi novio y una noche la alquilamos y la vimos los tres.
La película es graciosa. Así que hubo risas. Bastantes risas. Que de a poco se fueron transformando en carcajadas que de a poco se fueron transformando en llantos. Porque claro, mi suegra no tenía casi veinte y su perspectiva de la vida y del matrimonio y del amor, era otra. Otra con mayúsculas demasiado grandes.
Ayer estaba pelando castañas en la cocina y pensé que estaba hablando con Clarita pero no. Estaba hablando sola. O con la pared. Y me acordé de Shirley, de esa suegra y de mi.
Y pensé en cual será la perspectiva de vida que tengo ahora, parada desde el otro extremo de esos casi veinte y la vida toda por delante; de la maternidad y el trabajo que a veces lo invaden todo, y uno trata de que la magia fluya desde los rincones más insospechados; del aburrirse, o no; de revolear la chancleta o remendarla  y hacerle un lindo bordado; de dejarse sorprender sin estar acechando las sorpresas como si fueran una presa para almacenar para el invierno.
Del espejo que somos el uno para el otro y de como la mayoría de las veces evitamos mirarnos.
De saber caminar de la mano.
De saber caminar solos.
En fin. De lo que cada cual necesita recorrer para llegar a si mismo, supongo.
Don´t we wall?



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jueves, 24 de abril de 2014

Hacer

Me di cuenta de que me gusta hacer.
Apoyo la cabeza en la almohada antes de dormirme y repaso y contabilizo lo hecho.
Por ejemplo.
Hoy tejí dos gorros; o
Hice siete frascos de castañas; o.
Coseché el burrito y la peperina y los puse a secar; o
Amasé pan y prepizzas y de paso hice galletitas; o
Sembré las lechugas; o
Aprendí a hacer ese borde en crochet que no me salía; o
Colgué tres veces la ropa y doblé la seca.
No; esto último no cuenta porque es más categoría cotidiano/limpieza, que hacer. La limpieza no tiene nada que ver con hacer si no que más bien es un dolor de ovarios que hay que atravesar para que las condiciones para hacer sean más favorables.
Hacer en medio del desorden no se puede. Yo no puedo.
A veces el día viene medio domingo, medio fiaca, y el hacer se limita a ser una idea que navega por mi mente a paso nube. Entonces enseguida pienso en una agarradera. No sé por que hay días así en los que necesito hacerme una agarradera. Puede ser porque vine tejiendo una seguidilla de cosas para otros, o para vender. O puede ser porque esté triste. O porque hace días que no tejo nada. O porque el malhumor me domina. Lo que fuera.
Y puede ser que busque mis agujas y mis lanas y la teja, y vaya a la cocina y saque la de turno, la ponga a lavar y cuelgue la nueva, o puede ser que todo quede en una anotación en mi agenda que diga tejer agarradera con tres signos de admiración para enfatizar que lo más probable sea que ese día no lo vaya a hacer.









Y hace poco descubrí, que hay otros días, en los que una agarradera no me alcanza y necesito tejerme un almohadón.

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lunes, 21 de abril de 2014

Dame coco, dame dame coco...!!!

Una cosa dulce que no me gustaba y tuvo que venir Marina con otra de sus recetas mágicas y hacerme adicta a algo más!
Me pasó por canchera, creo. O más bien por sincera. Bue, no sé. La cosa es que a mi el coco no me gusta pero para nada.
Todo empezó donde todo empieza: en la infancia. Mi papá se la pasaba hablándome de lo rico, maravilloso e increíble que era el coco. Me taladró con el coco hasta que en mi imaginación no quedaron dudas de que era el manjar supremo del universo entero y un poco más también. Mi vida por un coco, era.
Y un día el coco llegó. No sé de donde lo sacó, mi papa, pero el entusiasmo y la expectación rebalsaban el aire. Coco, plato, cuchillo, agujerito para que salga el jugo primero, pedazo de esa cosa blanca después,  todo sobre la mesa del comedor en casa de mis abuelos. PUAJ. Puaj, puaj y más puaj.
Desilusión infinita, también.
Por favor alguien que viaje al pasado y le explique a esa criatura que alguna vez  fui, que fue eso que acababa de ocurrir, porque al día de hoy no lo entiende.
Lo que si entiende es que el coco no le gusta.
Bueno, ya podemos cambiar de tiempo verbal y hacernos amigas del pretérito imperfecto, gracias a Marina y sus brownies de coco.
Decidí hacerlos porque en casa nadie tiene problema con el coco y porque las recetas de Marina generalmente me sacan de apuros, son fáciles de transformar a integral y siempre siempre son un éxito. Y obviamente decidí probarlos porque bueno, pruebo todo ok?
Supongo que ya no hace falta aclarar que me encantaron. Aunque hubo algún reclamo de que por que transformo las recetas y de que para cuando con manteca y cosas de verdad (que me resbala olímpicamente!) todos los amaron y pidieron más.
La otra noche cumplí y los volví a hacer, y siguieron los suspiros.
Ayer, como venía Abril, decidí que era una buena oportunidad para descartar la poca harina de trigo que llevan y reemplazarla por harina de avena, que hice en cinco minutos moliendo avena en la licuadora. Y fue otro éxito. Asi que si conocen algún intolerante al trigo (no un celiaco, ya que los celiacos no pueden comer avena) acá una receta más que apta para toda ocasión:

3 huevos + 1 1/2 Taza de azúcar integral o mascabo. Batir suavemente
Agregar 1 1/2 Taza de coco rallado. Mezclar.
Agregar 3/4 Taza harina integral o harina de avena o premezcla para celiaos. Mezclar.
Agregar casi 100ml de aceite de girasol, si fuera orgánico mucho mejor. Mezclar.
Pyrex enharinada y al horno.

[Les aviso que vuelan en diez minutos]
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lunes, 14 de abril de 2014

Castañas en almíbar de verdad

En mi entrada anterior me resistía a subir las fotos del despelote de mi casa.
Me daba mucha vergüenza mezclado con un tremendo sentimiento de que iba a arruinar la estética de mi blog sin retorno. Y no, no era por el desorden, porque eso no era mi culpa. Era más bien por la horrible calidad de las fotos. Con muy poca luz porque vivimos en modo nublado hace semanas, y con las pilas recargables de la cámara agonizando, no había chance de sacarle una buena foto a algo que de por sí es feo.
Tanto lo quise evitar que hasta me armé un album en Picassa como para poner el link y zafar. Pero cuando vi las fotos ahi subiditas no me parecieron taaaan tremendas asi que al final fueron al blog. La cosa es que ahora no sé como eliminar ese album público de Picassa, pero en fín, tampoco me voy a morir por eso.
El año pasado cuando me encontré con Silvia, me preguntó por la receta de las castañas en almibar. En aquel momento las hacía a ojo, y no era como las demás recetas que hago así a mi manera y que siempre me salen bien. Esta me salía una vez más o menos, otra vez capaz, otra muy mal, y así.
Este año decidí darle un poco más de importancia al asunto. Para empezar, a no dejar pasar la temporada de castañas, que es super breve e intensa. Las castañas, a diferencia de las nueces, se tienen que usar en el momento para que queden bien. Una semana como mucho. Si no, quedan duras. O sea que, si uno las quiere aprovechar, apenas empiezan a caer, todo lo demás tiene que quedar relegado a un segundo plano. Las castañas se juntan con botas, refregando los pies contra ellas hasta que salgan del envoltorio pinchudo que las protege y ahi se agarran con las manos. Por suerte cuento con ayudantas porque si no esta labor se terminaba antes de ser empezada. Luego viene la eterna tarea de pelarlas. En casa usamos dos métodos. El de Anita, con el cual te clavás las cáscaras de las castañas entre las uñas, y el mío, con el cual te ampollás un dedo. Si las van a hacer, son libres de elegir el que más les convenga.
Una vez pasada esa etapa, se pesan, se ponen en una olla y se cubren con agua. Se hierven de diez a quince minutos. Se cuelan. Se vuelven a cubrir con agua, y otra vez diez/quince minutos de hervor. Luego otra vez más. O sea, en total, tres veces. Reservar.
En otra olla se hace un almíbar punto flojo (debe hervir ocho minutos) con 800gramos de azucar + 1litro de agua por kilo de castañas pesadas previamente. Cuando está listo se deja en el fuego, se agregan las castañas y se deja hervir diez minutos más. Luego se retiran las castañas y se van acomodando en los frascos previamente esterilizados, mientras el almíbar sigue cocinándose un ratito más. Luego se vierte en los frascos, de manera que cubra las castañas. Si se van a conservar mucho tiempo, está bueno hervir los frascos envueltos en repasadores o diarios para que no se golpeen entre si.
Él siempre recuerda y cuenta la misma anécdota de aquellas pascuas lejanas en las que estábamos sin un mango, para variar, y nos salvamos el otoño entero vendiendo frascos de castañas en almíbar. Creo que tenía la intención de repetir la experiencia, pero saben que? Ya llevó hechos más de veinte frascos, de los grandes, no de los de mermelada, de castañas, con todo el proceso que ello implica. Juntada, pelada, esterilizado, hervores varios, bla bla bla. Araña incluida, já! Tengo un ampollón en un nudillo y los dedos todos pinchados. Además, mis hijas aman las castañas. En especial Clarita, que podría sobrevivir toda la temporada comiendo solo eso si yo la dejara. Y Abril, que está en Cordoba, todavía no probó ninguna. Asi que decreté que esta vuelta, las castañas se quedan en casa, todas para nosotros, y para compartir con amigos especiales, pero nada de venderlas!






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martes, 8 de abril de 2014

Sábado y almibar punto flojo.

Al final, al atardecer, él y Anita se fueron al pueblo a buscarla a Clara y a hacer unas compras. A dedo.
Yo me quedé repulgando las empanadas y me acordé de esa botella con un resto de agua tónica que habita un estante de la heladera desde hace como un mes. O un poco más. No importa. Por que un día como hoy amerita un gin tonic aunque sea sin gas.
Mientras repulgo relojeo la pileta y escucho el centrifugado del lavarropas. Son casi las ocho y no doy más. Tengo una palangana azul casi llena de un agua oscura, y una sartencita con la que voy vaciando las piletas y llenando la palangana a medida que el lavarropas larga el agua y las llena.
Los caños se taparon al mediodía,  justo después de que él volviera del pueblo sin el auto que el mecánico nos había devuelto un día atrás, porque se volvió a romper. Me las arreglé lo mismo para armar un almuerzo, hacer siete frascos grandes de castañas en almíbar, preparar el relleno de las empanadas, terminar de envasar los primeros ramos de cedrón seco y creo que alguna cosita más, sin mayores inconvenientes. Aclaro que no me quejo por hacer estas cosas. Son parte del trabajo que elegí y amo hacerlas y el inconveniente de la pileta se resolvió provisoriamente de una manera muy fácil: fui lavando los platos y tirando el agua a un jarrito que después vaciaba en las plantas de afuera. Listo.
Estoy convencida de que los caños se taparon porque él y yo nos peleamos. El quería invitar amigos a tomar el té. O a almorzar. O a lo que sea. Mi casa es Kosovo pero en serio. Y mi cansancio se acumula en mis cervicales como si fuera un elefante. Él derribó la chimenea a martillazos y está construyendo una estufa rusa en el living. Todo está lleno de mugre, barro y polvo de ladrillos. A la perra le vino y como ya no sé que hacer, cubrí, donde la dejo subirse, con trapos enormes y donde no quiero que suba, con sillas, con lo cual nadie se puede sentar en ningún lado hasta que se le pase y  lave y acomode todo otra vez. La mesa del comedor está cubierta de ramas de cedrón que estoy envasando. Además, está todo repleto de unos muebles de mi cuñado que tenemos que cuidar pero como no sé donde meter están ahi apilados junto con cajas de cosas que trajeron de lo de mi suegra. La cocina, con castañas. El tejido por ahi, acompañándome a ver si avanzo con los gorros. Y por si no saben les quiero aclarar que pelar castañas es un dolor de ovarios. Más bien de dedos, pero bue.
En fín, hace falta explicar o justificar que no era el día de recibir gente? Yo creo que no.
Para complicarme un poco más el día, mientras escribía las tapas de los frascos con un marcador, me descubrí una araña en el hombro. Grande. Y negra. Y peluda. Y estaba en musculosa, aclaro. Yo; no la araña, no? Se imaginan la peor de sus pesadillas? Bueno, eso. Creo que mis gritos deben seguir retumbando en los tímpanos de todo ser viviente a un kilómetro a la redonda.
Cuando se me pasó un poco el susto decidí terminar de vaciar el canasto de la ropa sucia de una buena vez, y lavar esas cosas de lana que venía esquivando. Camellito, lavado J para lanas, click, listo. Un placer. Hasta que media hora más tarde escuchamos una catarata en la cocina y nos dimos cuenta de que el caño tapado no era el de la pileta si no el de un poco más allá y nos pusimos a levantar el agua con palas, baldes y demases.
Se me ocurre que debe haber un sapo atascado o alguna inmundicia semejante.
Ahora me entienden el gin tonic?
Y mis ganas de quedarme sola un rato?
Y no ver la hora de meterme en la cama, con mis empanadas, mi marido y mis hijas, todos juntitos a ver Notting Hill?

 [Todo es barro y mugre y Serafina]

 [Ya terminando, por fin]

[Creo que olvidé volver a mencionar esas cajas de libros, papeles, discos, etc que invadieron de pronto mi hogar]

 [La aspiradora, de adorno, ponele]

 [Comamos cedrón directamente, si?]

 [La palangana azul]

 [Me pregunto si alguna vez volverá todo a la normalidad]

 [Hola, querés venir a tomar unos mates mientras no te puedo dar bola y no te podés sentar?]

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viernes, 4 de abril de 2014

Formas de Amar

No me hace regalos porque si.
Ni para mis cumpleaños, ni para nuestros aniversarios.
De hecho estos últimos ni siquiera los registra, y eso que tenemos dos por año.
Tampoco para navidades, pascuas, día de la nada.
No me compra ni flores, ni bombones ni perfumes.
No me manda cartas ni me deja notitas sorpresa deseándome los buenos días.
No piensen que me resbala. O que no ha sido tema de discusiones o malas caras o llantos o insomnios.
Después de todo son tantos años...
Pero de pronto resulta que.
Un buen día vuelve de la verdulería y me trae una papa amor que eligió solo para mi!
Y entonces yo pienso en amar las formas de amar.
Tomando amar como aceptar, apreciar, abrazar. Y las formas, como las maneras profundas de expresarse y demostrar que tiene cada uno.
Porque en gran medida de eso se trata, no?


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