No traigo un Yo de repuesto ni Recetas Salvavidas /Solo un Crónico lanzarme al Vacío

jueves, 25 de diciembre de 2014

#25

Una fecha que por lo general tiene que ver con levantarse tarde, reptar o correr, según cuanto se haya bebido la noche anterior, hasta la pileta, con un mate y un pan dulce; organizar las sobras de la cena navideña para improvisar un picnic que incluya sidra y cualquier cosa con mucha mayonesa, y alargarlo todo hasta la hora en que toque nuevamente mate y pan dulce.
Bueno, si mi diciembre venía siendo cero diciembre, mi veinticuatro y mi veinticinco obvio que de navideño no iban a tener mucho. Para empezar mis dos hijas menores están recién empezando a salir de una especie de bronquitis aguda que no nos dio tregua durante casi dos meses. Me cansé de rallar jengibre, contar gotas y globulitos, lavar medidores de jarabe, picar cebollas, rogar por conseguir un poco de miel, y volver a empezar. Al final, caí yo, y desde el domingo pasado estoy con fiebre, lo cual quiere decir que sigo haciendo lo mismo, solo que para tres.
El tema del arbolito lo saqué a colación tres veces: dos a Clara, que se entusiasmó hasta que le expliqué que lo que le estaba sugiriendo era que lo armara ella y me dijo que ni loca, y una a Ana, que directamente no me contestó. Porque ante todo viva el espíritu navideño, carajo!
Sin embargo el veintitrés a la tardecita a Clara algo le hizo click y me pidió de armarlo, asi que me fui al garage a buscar las cosas, que oh sorpresa, estaban totalmente fuera de alcance detrás de materiales de la obra, inamovibles. Por suerte ahí no más estaba el arbolito heredado de mi suegra con seis o siete adornos y mi guirnalda para la puerta, que con mucho entusiasmo pasé a redecorar  con camellos de plástico y otro montón de aberraciones navideñas hasta que quedó de mi agrado. De ahí huí directo a la cama, y gracias a dios al día siguiente y más temprano de lo que esperaba, llegó Abril de Cordoba, mi hija la que pone orden, la que organiza la mesa, el horno, el mate, y entiende mi idioma de cocina mejor que ninguna. Da instrucciones precisas mientras corta una ensalada y además te lava los platos y te dicta el menú. En fin, la energía que faltaba para completar mi panorama familiar perfecto y equilibrado.
Fue una Noche Buena tranquila, alternando la lista que me hizo Anita, con vinilos y discos de jazz de mi viejo, con una comida increíble que cocinó él, con chistes y anécdotas variadas, y con noticias de las mejores que nos visitaron empezando la madrugada, cuando ya casi todos nos estábamos yendo a dormir.
Cómo amanecí, mejor no les cuento. Pero aunque este veinticinco no tuvo nada de lo que suelen tener los veinticincos, salvo las sobras, la mayonesa y la sidra, no por distinto fue feo.
Pude disfrutar por dos días de la familia entera en casa. Y cuando digo familia estoy sumando a dos novios de hijas que hacen que seamos un buen montón demasiado alborotado y generalmente todos tratando de hablar a la vez y al mismo tiempo.
Estuve vestida y peinada, chinchineando con mi copita en la mano como las buenas costumbres lo indican, pero cuando se fueron los que se iban, me agarré bien fuerte a mi taza de té de jengibre y me arrojé en la cama, desde donde escribo, y donde pretendo quedarme hasta nuevo aviso.
Porque, ahora que me doy cuenta, todavía me estaría faltando el #31


[Un intento frsutrado de hacer las famosas tarjetas navideñas; solo llegaron a dos y fueron para novio y para abuela. Seguiremos participando el año que viene.]

[Lo primero al abrir la caja fue buscarla aspiradora y hacer desaparecer arañas, porque si no la creatividad no fluye, vio?]

[Plenamente satisfecha con mi corona navideña 2014 El año que viene le mando el zoo entero y le cuelgo cartelito de GreenPeace]

[Este año no nos inspiramos mucho con la mesa, pero por suerte a veces, menos es más]

[Sin ella y su energía poderosa, esta Navidad no hubiera tenido ni #24 ni #25!!]

[Crumble de ciruelas con helado, quería ella. Yo solo le di la receta.]

[Siesta obligada con mi princesa]


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Tiempo de cosechas

Hoy mi hija Anita se inscribió en la facultad.
Para ser más precisos, en la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Cordoba, (si, la que tiene cuatrocientos años!) para cursar la carrera de Traductorado de Inglés.
Aunque me hubiera encantado acompañarla y estar con ella en ese momento, una distancia de casi cien kilómetros y el precio de los pasajes, justificaron aprovechar la oportunidad de una invitación de los papas de su novio, que justo tenían que ir a hacer trámites y se ofrecieron a llevarla.
Para ella, el ritmo de este año fue agotador;  yendo a las siete de la mañana al colegio, almorzando apurada la comida del tupper en lo la abuela y de ahí a su trabajo de niñera hasta las seis, para volver a casa a hacer las tareas del cole. Y sin embargo cuando me llamó, saliendo de la facu, para contarme lo increíble que son la biblioteca y la sala de noleentendíporquesefuelaseñal, su entusiasmo era tal que ya quería empezar a leer los libros del cursillo (que empieza en febrero) y completar el material de estudio.
Esta chiquita que ahora es grande.
Así, de golpe.
La misma que cuando en las vacaciones de julio mi tía la llevó al shopping para hacerle su regalo de cumple dieciocho, después de recorrer todos pero todos los negocios de ropa, terminó eligiendo los dos tomos de los cuentos completos de Cortazar.
La que se gasta parte de su sueldo en más libros y la que ordena su biblioteca por autor, por idioma y por nacionalidad del autor.
La que se pagó, trabajando, casi todo el viaje de au pair para el 2016 a USA.
La que me llenó un baul entero con los cuentos que escribía a los cinco años, con portada y contratapa.
La que no fue abanderada en primario solo porque la estábamos cambiando de colegio, y en secundario fue considerada para escolta pero unas viejas amonestaciones por rayar la carpeta de un compañero no aportaron. Y ahora que lo pienso, la anécdota se vuelve tanto más interesante y divertida que si hubiera llevado la bandera.
La que no tiene ni la menor idea de como hervirse unos fideos ni mucho menos picar una cebolla.
La que me crispa los nervios dejando los zapatos y las medias en cualquier lugar de la casa que no sea su cuarto.
La que fue a servir a la beatificación del Cura Brochero.
La que por segundo año consecutivo, está por hacer tarjetas de fin de año para llevar al Hogar de Ancianos.
La que despierta con sus gritos a toda la cuadra si se encuentra una araña en el cuarto.
La que pelea a morir con su hermana menor el día entero hasta que te las encontrás juntitas a las dos planeando algo.
En fín. Pretendía hablar de las tres; de Abril terminando su primer año en Simulaciones Virtuales y encantada, finalmente y después de tanta vuelta, con su carrera. De Clara, que a pesar de sus dispersiones y sus pocas ganas, terminó el año llevandose solo un tema de geografía y está muy decepcionada porque, como la orientación del colegio es Ciencias Sociales y Humanidades, el año que viene no va a tener ni física ni química.
De como las tres van floreciendo tan bien, con tanta fuerza, cada una a su manera.
Porque estas son las cosechas que más me importan, que más disfruto y agradezco.
Y durante el tiempo que sea necesario, es la tierra que más voy a seguir abonando con todos los nutrientes que haga falta.



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domingo, 14 de diciembre de 2014

Enter

Creo que no me alcanzarían ni las entradas de este blog ni los días de la vida si tuviera que sentarme a relatar todas las cosas que nos pasaron en el último mes y pico desde que se me quemó el monitor de la PC. Bueno, en realidad no estamos seguros de si es el monitor o la entrada a la PC o algo en la PC y no estamos demasiado preocupados por saberlo que digamos pero teniendo en cuenta que veníamos de una racha de roturas tipo aspiradora, lavarropas, auto, bomba de agua, máquina de cortar pasto, y otras todas juntas y al mismo tiempo, el monitor quedó relegado a un último puesto en la lista. Por suerte y para nunca dejar de estar agradecida, vino en mi rescate una vez mi Tía Estela, que tenía además de su PC, una net book que no usaba y que, después de varios periplos y coincidencias que se dieron, llegó a mis manos, para que yo pueda volver a estar "conectada". Lo cual, en realidad todos sabemos lo relativo que es, porque nunca estuve tan conectada como este último tiempo; hasta Anita dejó escapar un día la, de aquí en más llamada, frase memorable, la verdad que estar sin auto y sin computadora es mucho más relajante. 
Y yo adhiero cien por ciento.
A las mil cosas que fueron ocurriendo se me sumó que, como él está prácticamente las 24hs del día tratando de terminar una obra que tenemos empezada desde hace ya tres años, y no tiene tiempo para nada más, digamos que me "regaló" la huerta. Si me lo hubiera dicho un poco antes los porotos y las chauchas no hubieran crecido tan enredados, porque los hubiera sembrado a mi manera y no a la suya, pero en fin, creo que llegué a tiempo para "feminizar" la huerta un poco y probar nuevos modos de hacer. Mi amiga en su casa este año se puso mucho mucho las pilas con su huerta también, y en charlas por celular, desde el techo de casa buscando buena señal, nos vamos contando los progresos de nuestras plantas y descubrimos como las dos hacemos la misma idiotez de salir a mirar bien fijo la tierra húmeda al día siguiente de haber sembrado remolachas, por ejemplo, como si alguna ya pudiera haber brotado, como si fueramos Totoro elevando los brazos, el viento, la noche, las semillas...
También es época de dulces. Nuestro damasco, después de un par de años de dificultades de distinto tipo, este año se adelantó con una generosidad de frutos enormes y perfectos que ya fue rápidamente recolectada, disfrutada en licuados, ragalada, y envasada en espera del invierno. Ayer me llamó mi amiga para contarme que habíamos sido invitadas a cosechar ciruelitas de un árbol lleno, y aunque un almuerzo de asado y vino me colmaba de fiaca, partimos caminando con Abril y Clara a llenar bolsas que en este preciso momento están el fuego cocinandose.
También y como siempre, costuras, tejidos, pedidos que parten a sus destinos, mudanzas, nacimientos que me vuelven tía abuela otra vez, casamientos en los que me hubiera encantado estar pero eran lejos y estuve de corazón, encuentros, alegrías, proyectos; la vida.






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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Mis días en Instagram y otro mes que se nos fue

 [Ir a revolver a la feria de mi amiga y encontrarme con Jamie pasado por una inundación, pero a mi que me importa, me lo llevo encantada!]

 [Visitas que llegan a casa. Yo sugerí que estaba casi como para el puchero, pero él lo rescató y se lo llevó lejos.]

 [Temporada hilo de algodón y uñas cocoliche]

 [Precioso Simón, creciendo sin parar]

 [Las valientes, o las más piolas, siguen encargando mantitas para los pies de la cama en lana de oveja, porque saben muy bien que siempre siempre winter is coming y los precios luego suben! Y por que no banderines, agarraderas, guirnaldas o almohadones! Aproveche señora!!!]

 [Gente de la más linda que festeja su cumpleaños con asado, lemmon pie y música en vivo, entre otras cosas!]

 [Llegó la hora de las bebidas de té helado con cítricos y hierbas. Que nunca falten en la heladera! Pronto algunas sugerencias de mezclas para hacer]

 [Para limpiar me visto de La Chona y me cambio el color de las uñas. Sobre todo eso]

 [Mi jardín, desde el pozo]

 [Hijas que estrenan primavera]

 [Restos del invierno]

 [Jugué con Marina #colorsoloparami]

 [Podría haber jugado con ésta, pero la saqué después]

 [Nunca dejé de tejer banderines de todos los colores]

 [Recibí un regalo de cumpleaños exactamente tres meses más tarde. Tan linda sorpresa!]

[Sufro un poco por los desórdenes que van dejando]

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viernes, 7 de noviembre de 2014

Importantancias

¿Qué es más importante? ¿Enjuagar en la pileta de la cocina las dos palanganas de ropa en remojo que dejé temprano, o sentarme a leer el último post de Flor en el blog? Obvio que Flor. Y ni siquiera me importa que se esté viniendo una tormenta de aquellas y que la ropa, al no poder centrifugarla, no la puedo colgar adentro porque me empapa la casa. Flor hace año y medio que no escribe, y aunque hemos chateado varias veces, siempre es con interrupciones de todo tipo y siempre quedan ganas de más. Hoy nos pone al día y la ropa puede esperar. Por lo menos un rato.
Hace ya varios meses Flor viajó a la Argentina y anduvo por mi provincia. Y aunque nos separaban tan solo unos kilómetros, al final no pudimos concretar un encuentro que quedó pendiente para alguna otra vez. A pesar de eso me llegó un paquete de su parte lleno de tesoros de todo tipo. Las fotos que había sacado en ese momento para armar un post, se me borraron; me enojé, dije que las volvía a hacer, me colgué, pasó el tiempo, en fin, fue. Ahora su vuelta al blog coincide con la primavera y con el momento exacto de empezar a sembrar todas las semillas que me preparó con tanto amor y dedicación, paquetito por paquetito, con su explicación adentro, tiempo de siembra, etc. Amé tanto tanto que no se imaginan. Me mandó chauchas, porotos, flores, hierbas, calabazas y zapallos; también las famosas capuchinas, que crecen en todos lados solitas, pero a mi nunca me agarran, en fin, tenían que venir de otro continente para germinar con ganas! Y cosas que no conocía y tuve que googlear o buscar en mi biblia Seymour para ver que hacía con ellas o como se comían y terminé descubriendo delicias gastronómicas que pronto espero poder probar!
Dentro de poco voy mostrar como va la huerta y todos los intercambios de semillas espontáneos que estoy haciendo con gente cerca y otra que no tanto, gracias al correo. Me encanta saber que mi huerta está hecha con pedacitos de la energía, el amor y el trabajo que implica levantarse de madrugadas para sembrar, los cansancios desyuyando, la dedicación de alguien; y que a la vez yo soy parte de las huertas de muchas personas en el planeta.
Cuando dicen que las verduras de la huerta tienen otro gusto, tiene que ver también con eso, con el amor y la generosidad que unen atravesando el mundo.

 [Las amapolas me dijeron que las debería haber sembrado en otoño; dormí y ahora tendré que esperar]
[Perifollo, Lucia, Lucia, Perifollo, hola que tal mucho gusto!]

 [Chirivías, otra novedad y gente que ya me está pidiendo semillas cuando las coseche y asi seguimos la ronda ]

 [Altamisas y valerianas en casa]

 [Altamisas y yo]

[Altamisas y mis crocs]

martes, 4 de noviembre de 2014

Vaciar

Un día, en algún indefinido momento de este año, me di cuenta de que no estaba recibiendo los mails de una de mis cuentas. Tengo cinco, aunque una es el Yahoo que usé para abrir Flickr, o sea que no la uso para nada. Igual quedan cuatro, y hace años que las configuré para que me lleguen todas al Hotmail, porque si hay algo que odio es andar entrando y saliendo de webs para ver si llegó correo; me gusta que los correos me lleguen solos, o lo más solos que se pueda.
En fin, en ese indefinido momento, el reclamo de alguien de "te mande mail, te llegó?" fue un dato más en la autopista super congestionada de pensamientos y pendientes que es mi cerebro y lo más que llegué a hacer fue a ir a las configuraciones de Gmail, chequear que, efectivamente, no estaba andando, preguntarme cómo es posible que algo se desconfigure solo laputamadre, y cambiar el mail de contacto en el blog.
Listo. Solución parche.
Y me olvidé del tema hasta ayer, que un llamado de mi mama insistiendo para que vea esas fotos que me había mandado me volvió a la realidad, y decidí darle otra miradita al problema.
Fiel a mi estilo, o a mi falta de ganas de dedicarle tiempo a lo que no creo que lo merezca, opté por la opción breve, abrí Hotmail y lo arreglé desde ahí.
Como si fuera una re genia de la computación.
Bueno, no.
Vieron los planetas, esos grandotes y malos que no te dejan que hagas las cosas como no hay que hacerlas? Bueno, deben estar a pleno con sus energías porque lo único que logré fue un aviso de Hotmail diciéndome, nena, ponete las pilas ya.
Y al final tuve que hacer lo que no quería hacer. Salir del gmail que estaba usando, abrir el otro y encontrarme con mails no leídos desde antes de principio de año. Un amor. Y yo ni enterada!
Encontré preguntas, saludos, pedidos de trabajo, respuestas a consultas que yo había hecho, etc.
Un embole.
Una cosa llevó a la otra y me volví a Hotmail, a enfrentarme con más de 10.000 mails que me esperaban desde el año 2006, cuando abrí la librería, me compré la compu y dejé de usar, como un adicto en recuperación, mi amado Outlook Express. Aclaro que estos mails si estaban leídos, pero por misterios que desconozco, seguían ahi, guardaditos, como si fueran importantes. Como un boleto de ida al pasado.
Voy admitir con vergüenza que al principio pretendí eliminarlos uno por uno, o sea, chequeando lo que eliminaba, pero obvio que no daba, y terminé en lotes de 35, fuera, fuera, fuera!
Sobrevolé parvadas de editoriales, pedidos de libros, consultas, actualizaciones de precios, proveedores, de mi etapa de librera. Mezclado con esto, el momento en que descubrimos que Abril era celíaca y mis suscripciones a toda web sobre el tema que hubiera en aquel momento, incluidos memorables cuestionamientos a Granix y chocolates Fenix a ver por que sus productos sin gluten no eran aptos.
Trillones de chistes que me mandaba mi tía Tachi y que yo reenviaba a mi suegra hasta que descubrí que se los mandaban entre ellas.
Mis primeros pasos blogger, con el blog de la librería, que de a poco fue más personal hasta que derivó en esto. Descubrir que Chachita me leía desde esa época, igual que Ale!
Invitaciones de Sónico y Fotolog , hasta que apareció Facebook con sus notificaciones, que en ese entonces eran tan pocas que se recibían por mail y con emoción.
El inevitable reencuentro de los compañeros de colegio y escribirle en el muro "bienvenido" a cada uno que se unía. Hoy ni en pedo escribo en el muro de alguien, salvo felizcumpleañosquepasesundíarelindo. Si le tengo que decir algo va por privado.
Mi mudanza y los mails con la dueña de la casa, que vivía en Ushuaia. Las quejas.
Mis hijas empezando más seria y autosuficientemente con la computadora.
El Pet Society y enjabonar mascotas ajenas para poder tener más puntos para quien sabe que. Horas perdidas. O ganadas: mediodías acorraladas en el pequeño espacio frente a la compu, en la librería, con mis tres hijas, esperando la hora de ir al colegio, todas juntas, probandole pelucas a me olvidé como se llamaba y aplaudiendo si había golden poo. Rescatesé lo de todasjuntas que es lo que importa.
Flickr. Jackie Rueda y La Vuelta al Mundo. Luisina, Paula y Georgina. Los primeros intercambios postales, desde la adolescencia, con gente que no conocía en persona. Victoria.
Pinterst cuando nadie sabía qué era ni como se usaba.
La vuelta a casa. La felicidad absoluta. La sensación de haberme ganado el Quini6 de la vida. Miles de fotos. El blog con una presencia contundente, ya establecido sin dudas, como parte de mi vida.
Los primeros encargos de tejidos y las suscripciones a todo lo que tuviera que ver con lanas y agujas.
El B&B y muchas consultas.
Revista Mots y tal cantidad de mails que me ocuparían un pen drive entero. Bueno, tanto no. Igual esos los dejé, junto con dos mails de un ex novio, para leer más tarde una vez más. Soy canceriana al fin y al cabo.
Empecé cerca de las siete, y terminé al mediodía.
Me llevó dos termos de mate.
Quedaron 126 mails.
Terminé más liviana y con un sensación de espacio infinito.
Porque lo que no se ve también nos pesa y nos puede arrastrar hacia abajo.
Los roperos virtuales también está bueno vaciarlos.
Con gratitud.




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martes, 28 de octubre de 2014

#Postales

Domingo al anochecer, cuando al fin afloja el calor tremendo.
Tejo interminables flores de colores en crochet. Improviso una guirnalda porque Clara me avisó tarde que tenía un cumpleaños al día siguiente.
Se corta la luz. Se hace silencio.
Buscamos velas, las repartimos.
Sigo tejiendo en penumbras; los dedos saben.
Ana me charla sin parar; me cuenta cosas. Me cuesta seguirla, va muy rápido. O tejo casi sin ver, o escucho. Por ahí capto algo muy gracioso de lo que dice y entonces me río.
Pienso en las tres cosas que tengo en el horno y calculo que todavía no tengo que salir corriendo a apagarlo.
La perra llora porque quiere entrar.
Vuelve la luz.



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domingo, 26 de octubre de 2014

Cine en la Estación

Hoy les vengo a contar lo que pasa cuando un vecino tiene una idea y decide llevarla a cabo. Cuando esa energía se encuentra con otras que la apoyan y la hacen crecer y concretarse. Cuando alguien decide salir de si mismo y compartir para todos.
Y cómo todas estas cosas de pronto y a unos kilómetros, nos transformaron los viernes. Un nuevo ritual que esperamos expectantes durante toda la semana. Preparamos la canasta con tarta o empanadas, cargamos las reposeras en el auto y algún abriguito por si refresca, y partimos para San Esteban al Ciclo de Cine al aire libre. Apenas llegar es pasar a a buscar a algún amigo que viva de camino para acercarlo, y después, parada obligada en el almacén a buscar una cervecita negra bien helada. Otros prefieren mate o termo de café. O nada. Igual compartimos. Nos ubicamos, nos saludamos. Algunos ayudan a colgar la tela, otros, a acomodar las sillas. Y cuando está todo listo, empieza la película. Así, todos juntos, sentados en lo que eran las vías del tren, frente a la estación, en el predio donde un domingo al mes se hace la feria de emprendedores. Hasta ahora el clima vino ideal. Apenas en algún momento una brisa ondula un poco la tela y la imagen, pero no molesta. Tampoco molesta el perro que se te acerca disimulado a pedirte algo de comer. Es como estar en el jardín de casa con un montón de amigos. Cuando termina la película, se abre un pequeño debate. Más bien diría, charla espontánea; comentar si alguno quiere, alguna cosa; o no.
La temática por este primer mes tiene que ver con historias que transcurran en pueblos. Las dos películas que vimos me encantaron y las super recomiendo, aunque no pienso contar nada. Solo que la segunda, Los colores de la montaña, nos dejó bastante mudos y hubo que remontar.
Para ir al punto les digo, los que vivan en Punilla, traten de venir porque vale la pena. Los que no, o no puedan acercarse, fijensé si consiguen las películas alquiladas, o prestadas o si las pueden descargar.
O quien les dice, capaz se inspiran y se juntan entre algunos y se arman algo parecido.


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jueves, 16 de octubre de 2014

Si Clarissa dice

"He visto a muchas mujeres trabajar largas horas en actividades que despreciaban para poder permitirse el lujo de comprar objetos muy caros para sus casas, sus parejas o sus hijos. A tal fin apartaban a un lado extraordinarias cualidades. He visto a muchas mujeres empeñarse en limpiar toda la casa antes de sentarse a escribir, y tú ya sabes lo que ocurre con las tareas domésticas, que nunca se terminan. Es un método infalible para obstaculizar la creatividad en una mujer.
La mujer tiene que cuidar que una responsabilidad excesiva (o una respetabilidad excesiva) no le roben los necesarios descansos, ritmos y éxtasis creativos. Tiene que plantar firmemente los pies en el suelo y decir que no a la mitad de las cosas que ella cree que "tendría" que hacer. El arte no se puede crear sólo en momentos robados."

                                                                                                                           Clarissa Pinkola Estés

Y  por eso es que en un día cualquiera, y así de improviso, aprovechando que mi tarea del día no requería demasiada concentración, cargué todas las madejas, las agujas, tijeras y demases en mi canasta y me fui a compartir una tarde de trabajo en lo de mi amiga. Porque aunque sea ovillando, las ideas fluyen. La creatividad surge y se multiplica. Las ganas van tomando forma de cosas concretas. Las cosas concretas van mostrando que en el mundo y en la vida están de paso, igual que nosotros. Con las manos haciendo se va tejiendo la voluntad necesaria para construir lo duradero dentro nuestro.
No importan los platos sin lavar en la pileta de la cocina, el piso sin barrer, la ropa sin doblar. Todo lo que me consume. Todo lo que no aporta. Todo lo que no nutre.
No digo que vivamos en el desorden. Solo digo que si está importando más que lo otro; si en la balanza pesa más; si produce un ahogo en el pecho y una sequía en el alma, hay algo que no está del todo bien.
.







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